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martes, 10 de septiembre de 2013

Los tránsitos de Plutón (2ª parte)

Los tránsitos de Plutón (2ª parte)

Con frecuencia, los tránsitos de Plutón nos ponen dolorosamente en contacto con la muerte. 
En algunos casos esto hay que entenderlo literalmente  -nuestra muerte o la de alguien próximo a nosotros-, pero lo más común es que correspondan con muertes psicológicas o “muertes del yo”: la muerte de una parte de nosotros mismos tal como nos conocemos.

El rapto de Perséfone: Plutón enamorado


Según la mitología, Plutón usaba un casco que lo volvía invisible cuando abandonaba el averno. Representa, pues, una fuerza que opera por debajo del nivel superficial de la conciencia, una faceta de nuestra psique que atrae inconscientemente situaciones que hacen que nos desmoronemos para después volver a reconstruirnos de otra manera. Plutón sólo subió a nuestro mundo en dos ocasiones, una vez en el intento de sanar una herida, y la segunda para raptar a Perséfone. Los tránsitos de Plutón se suelen experimentar con la máxima celeridad, en problemas que tienen  que ver con la salud y con las relaciones. Encontramos a Plutón en la enfermedad, cuando las toxinas y los venenos son atraídos a la superficie del cuerpo para que el organismo vuelva a funcionar bien. También tropezamos con el dios del mundo subterráneo cuando afloran a la superficie y quedan al descubierto complejos emocionales. Los tránsitos de Plutón pueden aportarnos relaciones nuevas o bien crear, en las que ya existen, tensiones destinadas a movilizar y reactivar lo que está sepultado en nuestro interior. De nuevo podemos dirigirnos al mito para ampliar y profundizar lo que sabemos sobre los efectos de Plutón en esta esfera de la vida.

En la primavera encontramos a la doncella Core jugando en  un campo con un otras dioses vírgenes, feliz y contenta en el abrazo protector de su madre, Deméter, la diosa de la tierra. Core es joven e inexperta, vive en paz en el mundo superior, sobre la tierra, en el nivel superficial de la vida, pero Afrodita e inocente. En su condición de compensadora de desequilibrios, Afrodita decide dar una lección a Core, y ordena a Eros que hiera a Plutón (que está en la inmediaciones) con una flecha de amor.

Sin darse cuenta de que es una flor asociada con el mundo subterráneo,  Core corta un narciso La tierra se abre y de ella emerge Plutón, en su carroza negra tirada por cuatro caballos que exhalan fuego, Plutón secuestra a Core, se la lleva al submundo, y allí la viola. En  un abrir y cerrar de ojos, Core se ha visto arrebatada de la pradera primaveral de un mundo alegre y soleado y se halla en un lugar oscuro y desconocido, un sitio de pasión, sexualidad y emociones intensas. Tras esto, el nombre de Core pasa a ser Perséfone, que significa “la que ama la oscuridad".  Iniciada por Plutón en la condición de mujer, ya no es una doncella. Simbólicamente al menos, se ha liberado dé la dominación de su madre, y es ahora una muje por derecho propio.

Deméter, angustiada por la pérdida de su única hija se hunde en una profunda depresión y prohíbe que los cereales crezcan y que los frijoles fructifiquen. Durante siete años el mundo entero es frio y árido, y la humanidad se muere de hambre Finalmente los dioses preocupados al ver que no quedará nadie que les rinda culto interceden v consiguen que Perséfone pueda reunirse con su madre. Como Perséfone ha probado las granadas del mundo subterráneo (una manera simbólica de decir que su sangre se ha derramado y ella ha perdido su virginidad), se la permite volver al mundo durante seis meses al año, los meses restantes debe pasarlos con su marido, Plutón, en su papel de reina de los infiernos.

A los griegos este mito les servía de explicación de cómo llegaron a existir las estaciones del año. Antes del repto de Core la primavera y el verano eran eternos; pero ahora, cada vez que Perséfone tiene que separarse de su madre para volver di mundo subterráneo, Deméter
hace su duelo: los árboles pierden las hojas, las cosechas se acaban y llega el invierno. El mito también hace referencia a un pasaje, a un rito de iniciación: el adolescente debe de salir del útero de su familia o de los antepasados para así llegar a ser una persona por derecho propio. Pero no importa la edad que tengamos: el mito expresa también lo que sucede cuando nos entregamos a una relación de apasionada intimidad. Como Core, por mediación del amor nos vemos hundidos en el mundo subterráneo, donde nos enfrentamos con nuestros ocultos complejos emocionales. La intimidad deja al descubierto el secreto mundo interior del bebé que sigue vivito y coleando en nuestro inconsciente: un mundo de pasión, rabia, envidia, codicia, lujuria y celos. Quizás en un momento dado nuestra pareja no pueda darnos precisamente lo que queremos o necesitamos, y ahí resurge, en nuestro interior, el niño celoso, temeroso del abandono y la muerte. Hay veces en el que sentimos que seriamos capaces de matar a nuestros seres amados, y otras en que queremos destruir o arruinar una relación porque no aceptamos el poder que tiene el otro para hacernos sentir tristes o felices, realizados o insatisfechos. La intimidad remueve en nosotros todas estas emociones. ¡Y nos habían dicho que el amor proporcionaba un estado de ánimo jubiloso!.

Finalmente, Perséfone llega a ser señora de dos mundos Se siente cómoda en el mundo de arriba, viviendo en el nivel superficial de la vida. Es capaz de ser ingenua, natural alegre e inocente, y de hablar de menudas trivialidades, pero también está familiarizada  con el submundo: ha contactado con las emociones más oscuras, que viven debajo del umbral de la conciencia. Bajo la influencia de un tránsito importante de Plutón, nosotros también podemos  tener la experiencia de Perséfone, también podemos enfrentarnos con el mundo subterráneo de nuestras propias emociones destructivas mediante el catalizador de una relación intima.  Como en el caso de Perséfone, una vez violado por Plutón nuestro sentimiento de quienes somos, descubrimos más cosas sobre nosotros mismos y sobre lo que está al acecho en nuestras propias profundidades. Y,  como Perséfone, podemos volver a nacer como una persona nueva y más entera.

Plutón, el que equilibra

En el mito de Perséfone, Afrodita se vale de Plutón para alcanzar sus objetivos: iniciar a Core, la doncella ingenua e inocente, en otro aspecto de la vida. En este sentido Plutón actúa como un principio de equilibrio; allí donde este planeta transita en la carta es donde se nos muestra otra dimensión de nosotros mismos, un lado que hemos negado o del que no hemos hecho caso.

Bibliografía: “Los Dioses del cambio.  El dolor, las crisis y los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón” de Howard Sasportas 

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