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lunes, 23 de septiembre de 2013

Película Samsara el discípulo

Reflexión: ¿Cómo prevenir que una gota de agua se evapore?... Lanzándola al mar

Samsara es una película no narrativa creada por los cineastas Ron Fricke y Mark Magidson. Es la secuela de la aclamada cinta Baraka, de 1992...

El término saṃsāra es una palabra en sánscrito que significa 'mundo' o 'existencia cíclica', pero es usada a menudo para describir actividades mundanas. Según el propio Fricke, el filme ahonda en la relación de la humanidad con la eternidad.

Primer acto: El espíritu toma forma.Esta sección se concentra en un espíritu amorfo que busca expresarse. Al concluir el segmento, el espíritu toma la forma de un recién nacido.

Segundo acto: Materia, una vuelta de la rueda.Esta parte abarca el nacimiento del Primer acto y explora el ciclo global desde el nacimiento hasta la muerte representados por los espíritus ancestrales del Prólogo.

Tercer acto: Samsara, la rueda de la vida.El centro de esta sección es el viaje del espíritu después de la muerte y la inestabilidad del mundo material. El abandono, la descomposición y la muerte son los principales temas.

Epílogo: Renacimiento.Se vuelve a ver la pintura de arena del Prólogo, la cual es reensamblada. El portal se sella.




viernes, 20 de septiembre de 2013

El complejo de Jonas o el miedo a nuestra propia grandeza

Jonás estaba destinado a ser un gran profeta, pero tuvo miedo y huyó de su destino embarcando rumbo a otras tierras. Después de embarcar, Jonás se durmió profundamente. Mientras dormía, una tempestad comenzó a azotar el barco en el que viajaba, los marineros se enfrentaron a un viento tempestuoso enviado por Dios que amenazaba con destrozar la nave. Clamaron a sus dioses por ayuda y se preguntaron por culpa de quién se había originado la tormenta. Jonas confesó que había sido infiel a su misión y, como no deseaba que otros perecieran por su culpa, pidió que le arrojasen al mar. Los marineros arrojaron a Jonás al agua, y el mar detuvo su furia. Jonas fue tragado por un gran pez. Dentro del pez oró prometiéndo cumplir con su misión si se salvaba de su desgracia. Al tercer día el pez vomitó al profeta.

La psicología humanista, cuyo máximo exponente fue Maslow, es una corriente psicológica que postula la existencia, de una tendencia humana básica hacia la salud mental. Esta tendencia, se manifestaría, como una serie de procesos de búsqueda de autoactualización y autorrealización. 

Maslow escogió el término “complejo de Jonas”, como ejemplo del “miedo a la propia grandeza”, “evasión del propio destino” o “huida de nuestros mejores talentos”. El destino de Jonás era convertirse en profeta,  sin embargo su primera reacción fue huir, por miedo a que su misión le resultara demasiado grande. Así como le ocurre al ser humano, que al descubrir su  propio talento, siente un profundo temor a su posibilidad de grandeza. 

Todos y cada uno de nosotros, poseemos potencialidades propias que están por explotar y que en ocasiones esquivamos, tal y como Jonás intentó esquivar su destino. El ser humano posee la responsabilidad de dar uso a su propio talento y creatividad.

Hay varios motivos que nos boicotean a la hora de poner en marcha nuestros talentos. Uno de ellos es que nuestro potencial, nos lleve a una situación que seamos incapaces de afrontar, otro, es el miedo a ser juzgados o a equivocarnos. La autorrealización requiere valor y coraje de nuestra parte. La persona creativa tiene que ser valiente y perder el miedo a equivocarse, pues la equivocación nos acerca un poco más a nuestro destino y a nuestra verdadera vocación.

Maslow preguntaba en clase a sus alumnos quién quería ser un gran líder y sus alumnos se sonrojaban, a lo que Maslow añadía: “Si no vosotros, ¿quién entonces?”. “Si deliberadamente planeáis ser menos de lo que sois capaces de ser, os prevengo de que seréis profundamente infelices para el resto de vuestros días” 



"La verdad se enfrenta al ser denso y oscuro y este siente pánico ante lo que se pueda encontrar. El reconocer su propia divinidad le aterra, porque deja de ser un niño dependiente para alcanzar su plena estatura cósmica, siendo el único responsable de su existencia a través de los ciclos de las encarnaciones."

"Solo dejando de juzgar a otros y a ti mismo, solo aprendiendo el perdón se puede mirar a la verdad a la cara. El ego es hijo del miedo."

Libro de Maat

martes, 10 de septiembre de 2013

Los tránsitos de Plutón (2ª parte)

Los tránsitos de Plutón (2ª parte)

Con frecuencia, los tránsitos de Plutón nos ponen dolorosamente en contacto con la muerte. 
En algunos casos esto hay que entenderlo literalmente  -nuestra muerte o la de alguien próximo a nosotros-, pero lo más común es que correspondan con muertes psicológicas o “muertes del yo”: la muerte de una parte de nosotros mismos tal como nos conocemos.

El rapto de Perséfone: Plutón enamorado


Según la mitología, Plutón usaba un casco que lo volvía invisible cuando abandonaba el averno. Representa, pues, una fuerza que opera por debajo del nivel superficial de la conciencia, una faceta de nuestra psique que atrae inconscientemente situaciones que hacen que nos desmoronemos para después volver a reconstruirnos de otra manera. Plutón sólo subió a nuestro mundo en dos ocasiones, una vez en el intento de sanar una herida, y la segunda para raptar a Perséfone. Los tránsitos de Plutón se suelen experimentar con la máxima celeridad, en problemas que tienen  que ver con la salud y con las relaciones. Encontramos a Plutón en la enfermedad, cuando las toxinas y los venenos son atraídos a la superficie del cuerpo para que el organismo vuelva a funcionar bien. También tropezamos con el dios del mundo subterráneo cuando afloran a la superficie y quedan al descubierto complejos emocionales. Los tránsitos de Plutón pueden aportarnos relaciones nuevas o bien crear, en las que ya existen, tensiones destinadas a movilizar y reactivar lo que está sepultado en nuestro interior. De nuevo podemos dirigirnos al mito para ampliar y profundizar lo que sabemos sobre los efectos de Plutón en esta esfera de la vida.

En la primavera encontramos a la doncella Core jugando en  un campo con un otras dioses vírgenes, feliz y contenta en el abrazo protector de su madre, Deméter, la diosa de la tierra. Core es joven e inexperta, vive en paz en el mundo superior, sobre la tierra, en el nivel superficial de la vida, pero Afrodita e inocente. En su condición de compensadora de desequilibrios, Afrodita decide dar una lección a Core, y ordena a Eros que hiera a Plutón (que está en la inmediaciones) con una flecha de amor.

Sin darse cuenta de que es una flor asociada con el mundo subterráneo,  Core corta un narciso La tierra se abre y de ella emerge Plutón, en su carroza negra tirada por cuatro caballos que exhalan fuego, Plutón secuestra a Core, se la lleva al submundo, y allí la viola. En  un abrir y cerrar de ojos, Core se ha visto arrebatada de la pradera primaveral de un mundo alegre y soleado y se halla en un lugar oscuro y desconocido, un sitio de pasión, sexualidad y emociones intensas. Tras esto, el nombre de Core pasa a ser Perséfone, que significa “la que ama la oscuridad".  Iniciada por Plutón en la condición de mujer, ya no es una doncella. Simbólicamente al menos, se ha liberado dé la dominación de su madre, y es ahora una muje por derecho propio.

Deméter, angustiada por la pérdida de su única hija se hunde en una profunda depresión y prohíbe que los cereales crezcan y que los frijoles fructifiquen. Durante siete años el mundo entero es frio y árido, y la humanidad se muere de hambre Finalmente los dioses preocupados al ver que no quedará nadie que les rinda culto interceden v consiguen que Perséfone pueda reunirse con su madre. Como Perséfone ha probado las granadas del mundo subterráneo (una manera simbólica de decir que su sangre se ha derramado y ella ha perdido su virginidad), se la permite volver al mundo durante seis meses al año, los meses restantes debe pasarlos con su marido, Plutón, en su papel de reina de los infiernos.

A los griegos este mito les servía de explicación de cómo llegaron a existir las estaciones del año. Antes del repto de Core la primavera y el verano eran eternos; pero ahora, cada vez que Perséfone tiene que separarse de su madre para volver di mundo subterráneo, Deméter
hace su duelo: los árboles pierden las hojas, las cosechas se acaban y llega el invierno. El mito también hace referencia a un pasaje, a un rito de iniciación: el adolescente debe de salir del útero de su familia o de los antepasados para así llegar a ser una persona por derecho propio. Pero no importa la edad que tengamos: el mito expresa también lo que sucede cuando nos entregamos a una relación de apasionada intimidad. Como Core, por mediación del amor nos vemos hundidos en el mundo subterráneo, donde nos enfrentamos con nuestros ocultos complejos emocionales. La intimidad deja al descubierto el secreto mundo interior del bebé que sigue vivito y coleando en nuestro inconsciente: un mundo de pasión, rabia, envidia, codicia, lujuria y celos. Quizás en un momento dado nuestra pareja no pueda darnos precisamente lo que queremos o necesitamos, y ahí resurge, en nuestro interior, el niño celoso, temeroso del abandono y la muerte. Hay veces en el que sentimos que seriamos capaces de matar a nuestros seres amados, y otras en que queremos destruir o arruinar una relación porque no aceptamos el poder que tiene el otro para hacernos sentir tristes o felices, realizados o insatisfechos. La intimidad remueve en nosotros todas estas emociones. ¡Y nos habían dicho que el amor proporcionaba un estado de ánimo jubiloso!.

Finalmente, Perséfone llega a ser señora de dos mundos Se siente cómoda en el mundo de arriba, viviendo en el nivel superficial de la vida. Es capaz de ser ingenua, natural alegre e inocente, y de hablar de menudas trivialidades, pero también está familiarizada  con el submundo: ha contactado con las emociones más oscuras, que viven debajo del umbral de la conciencia. Bajo la influencia de un tránsito importante de Plutón, nosotros también podemos  tener la experiencia de Perséfone, también podemos enfrentarnos con el mundo subterráneo de nuestras propias emociones destructivas mediante el catalizador de una relación intima.  Como en el caso de Perséfone, una vez violado por Plutón nuestro sentimiento de quienes somos, descubrimos más cosas sobre nosotros mismos y sobre lo que está al acecho en nuestras propias profundidades. Y,  como Perséfone, podemos volver a nacer como una persona nueva y más entera.

Plutón, el que equilibra

En el mito de Perséfone, Afrodita se vale de Plutón para alcanzar sus objetivos: iniciar a Core, la doncella ingenua e inocente, en otro aspecto de la vida. En este sentido Plutón actúa como un principio de equilibrio; allí donde este planeta transita en la carta es donde se nos muestra otra dimensión de nosotros mismos, un lado que hemos negado o del que no hemos hecho caso.

Bibliografía: “Los Dioses del cambio.  El dolor, las crisis y los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón” de Howard Sasportas 

domingo, 8 de septiembre de 2013

Los tránsitos de Plutón (1ª parte)

Los tránsitos de Plutón (1ª parte)

Putón describe cómo manejamos nuestro poder y el de los demás. Se relaciona con nuestro poder de regeneración, cambio y renacimiento: los ciclos de muerte y transformación.

“Mientras no hayas muerto y vuelto a levantarte, extranjero eres para la tierra oscura”.
Goethe

Hércules y la Hidra

En su viaje de individuación, Hércules tuvo que cumplir doce tareas o trabajos, la octava tarea, la de matar a Hidra, ejemplifica el tipo de lecciones y de problemas con que tropezamos por obra de Escorpio y de Plutón. Los tránsitos de este planeta, en particular, suelen designar una fase de la vida en la que tenemos que combatir con la Hidra, la bestia que hay en nosotros.

El octavo trabajo de Hércules comienza cuando su maestro le asigna la tarea de matar a la Hidra, un monstruo de nueve cabezas que ha estado devastando las tierras de Lerna, pero antes de salir en busca de la Hidra, su mentor ofrece a Hércules un consejo bien preciso: “Nos elevamos arrodillándonos; conquistamos entregándonos; ganamos renunciando”. Equipado con su garrote y con este aforismo, Hércules inicia su búsqueda de la bestia. La Hidra es difícil de encontrar... Como las emociones soterradas que se ocultan en el fango del inconsciente.la Hidra se oculta en una “caverna de perpetua noche" situada junto a un fétido pantano; es decir, en una parte de nosotros que se resiste muchísimo a la “iluminación" o explicación racional.

Cuando localiza la caverna, Hércules dispara sus flechas hacia el interior con la esperanza de hacer salir a la Hidra, pero esta no se mueve. Finalmente, el héroe sumerge sus flechas en brea, las enciende y, llameando, las envía hacia el interior de la guarida del monstruo. Furiosa, la Hidra emerge de su morada, con ánimo asesino y vengativo. Al disparar sus flechas llameantes al interior de la cueva, Hércules ha conseguido que la Hidra saiga de su escondite. De la misma manera, bajo la influencia de los tránsitos de Plutón, provocamos -ya sea consciente o inconscientemente- situaciones que nos obligan a enfrentarnos con la bestia que llevamos dentro, o que se oculta en las personas que nos rodean. Ahora la Hidra está en la marisma, y Hércules de pie frente d ella. Armado con su querido garrote, se levanta para enfrentarse con la Hidra e intenta cortarle las cabezas, pero cada vez que una de ellas cae, aparecen tres más en su lugar. El intento de matar de esta manera a la Hidra es un reflejo de la forma en que procuramos destruir nuestras emociones bestiales apartándolas de la conciencia; y sin embargo, siguen reapareciendo cada vez mas furiosas y encolerizadas. Finalmente, Hércules recuerda el consejo de su maestro: “Nos elevamos arrodillándonos; conquistamos entregándonos; ganamos renunciando”. En vez de seguir atacándola de pie, se arrodilla en la ciénaga. Sumergiéndose en el fétido lodo y sujetándola por una de las cabezas, levanta a la Hidra a la luz del día donde comienza a marchitarse. Sólo tiene fuerza cuando está en el pantano; cuando se la lleva a la luz, pierde su poder destructivo. Hércules puede entonces cortarle las cabezas sin que ninguna renazca; sin embargo, después de haberle cortado las nueve, aparece una décima: el héroe se da cuenta de que esto es una joya y la entierra debajo de una roca.

¿Qué significa todo esto? Si se las deja corromperse en las aguas estancadas del inconsciente, nuestros ciegos impulsos instintivos y  nuestros complejos infantiles (nuestra temprana rabia destructiva, el odio hacia nosotros mismos, la envidia, los celos, la codicia, la lujuria) tienen un enorme poder sobre nosotros, pero a si los traemos la luz del día, a la luz de la conciencia, y los mantenemos ahí, empiezan a perder fuerza. Aquello de lo que somos inconscientes tiene una especial manera de acercarse a nosotros por la espalda inesperadamente. Sin embargo, si somos conscientes de ello, tenemos más probabilidades de dominarlo. Por ejemplo, si no admitimos nuestros celos ocultos, encontrarán maneras disimuladas de expresarse. Nuestra pareja se comporta de tal manera que nos sentimos celosos, pero insistimos en que no es así… por más que después nos pasemos varios días actuando con frialdad, con aire distante, o echándole en cara la superficialidad con que se conduce en las fiestas. Pero cuando sacamos los celos del pantano para llevarlos a la luz del día, creamos la posibilidad de analizar esa parte nuestra y aprender muchas cosas sobre nosotros mismos. Esta clase de examen puede llevarnos a descubrir una rivalidad edípica, que no sospechábamos, o un resentimiento hasta ahora no reconocido con nuestros padres porque prestaban más atención a uno de nuestros hermanos que a nosotros. En otras palabras, podemos descubrir los orígenes de los sentimientos que dirigimos a nuestra pareja. Al hacerlo, somos más capaces de distinguir en qué medida lo que sentimos es adecuado para la situación actual y en qué medida pertenece a emociones no resueltas del pasado. Si insistimos en negar nuestros celos, o en que no tenemos nada que ver con ellos, una exploración como esta no es posible. La Hidra sigue estando en el pantano y manteniendo sobre nosotros su poder destructivo.

La clave de la conquista de la Hidra no consiste solo en sacarla de la ciénaga. Hay mucha gente que libera a la Hidra de su represión inconsciente y termina en la cárcel o en el manicomio. La clave está en sacarla de la ciénaga y sostenerla allí, a la luz de la conciencia. Sostener es un término psicológico íntimamente relacionado con la idea de contención. Sostener significa reconoce y aceptar toda la gama de nuestros sentimientos, permitiéndoles “espacio”, pero sin manifestarlos indiscriminadamente. Podemos escribir, pintar o dibujar para expresar nuestras emociones, o sacarlas a luz durante una psicoterapia, en el curso de la cual puede suceder que un cliente desentierre un profundo enojo dirigido contra su madre o su padre, y entonces lo trasfiera al terapeuta. De esta manera, las sesiones de terapia se convierten en el receptáculo de estos sentimientos de cólera hasta que el cliente los tenga resueltos y pueda pasar a otros problemas. En vez de negarlos, juzgarlos o condenarlos, se examinan y se les concede espacio.

Después de que Hércules ha levantado a la Hidra y le ha ido cortando las nueve cabezas, aparece una décima que es una joya. Al final, el monstruo le brinda algo precioso. El poeta Rilke dice sobre un tema similar:

Quizá todos los dragones de nuestra vida
sean princesas que sólo esperan vernos
una vez hermosos y valientes.
Quizá todo lo terrible sea,
en su ser más profundo,
algo desvalido que quiere que lo ayudemos.

Bibliografía: “Los Dioses del cambio.  El dolor, las crisis y los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón” de Howard Sasportas 

sábado, 7 de septiembre de 2013

Los tránsitos de Neptuno

Neptuno es el planeta místico que proporciona el impulso de buscar lo inusual, lo místico, las fuerzas ocultas alrededor de nosotros. Representa la sensibilidad, la fantasía, la imaginación, el idealismo y la apreciación estética.

La aflicción de Orfeo

Orfeo es un héroe neptuniano, músico y poeta cuyas hermosas canciones hacen que los árboles lloren y las rocas se derritan por obra de su música eleva el ánimo de los hombres, expande su conciencia y los hace abrirse a sentimientos y emociones de naturaleza universal o eterna. Su mito habla del día de su boda, el día en que se casó con Eurídice, la mujer de sus sueños Lo lógico sería que estuviese rebosante de alegría, pero se ha producido un accidente: después de hacer los votos nupciales, Eurídice sale a pasear con unas amigas, tropieza con una serpiente, recibe su picadura y muere. El júbilo se convierte de pronto en tragedia. Quizá́ la gente que pasa Por tránsitos de Neptuno reconozca esta clase de experiencia, en que lo prometedor y maravilloso puede convertirse en un desastre, en tanto que lo que parecía espantoso termina por resultar una bendición inesperada. Neptuno disuelve las fronteras, y bajo su influencia hasta la distinción entre éxtasis y dolor puede volverse incierta.

Incapaz de aceptar su trágica situación, Orfeo niega el carácter decisivo de su amada y busca la forma de negociar su recuperación. Como la mayoría de las personas a quienes un destino trágico conmueve, quiere atrasar el reloj, hacer que las cosas vuelvan a ser como antes de la tragedia. Mediante el ardid de cantar una canción que hace dormir a Cerbero (el perro que guarda las Puertas del infierno), consigue entrar en el dominio de Plutón y Perséfone y rogarles que permitan a Eurídice  regresar a nuestro mundo. Plutón y Perséfone son administradores severos: generalmente a nadie que muera y descienda al submundo se le permite volver a salir. Pero Orfeo, con sus palabras y su música conmovedora, argumenta de manera tan convincente que consiguen que el rey y la reina del mundo subterráneo flexibilicen su regla: un ejemplo más de cómo la fuerza de Neptuno puede disolver la rigidez y la dureza.

Plutón y Perséfone permiten a Orfeo que se lleve a Eurídice de vuelta a la tierra de los vivos, pero con la advertencia de que no debe girarse para mirarla durante el camino. Llevándola de la mano, Orfeo introducé a Eurídice fuera del mundo subterráneo, pero cuando están a punto de salir a la luz, ya no puede resistir la tentación de girarse y mirarla; tan pronto como vuelve a contemplar los ojos de su amada, ella se disuelve en el aire, y con ella toda esperanza de felicidad. La promesa de redención y renovación desaparece ante sus propios ojos, y la esperanza de felicidad se esfuma trágicamente.

¿Qué fue lo que le movió́ a Orfeo a mirar hacia atrás? Bien le habían advertido ya que no lo hiciera, y estaba a punto de alcanzar el deseo de su corazón. Tal vez tuvo un momento de desconfianza “¿Y si me estuvieran engañando? ¿Y si quien viene detrás de mí no fuera Eurídice, sino alguien a quien han puesto en su lugar?" Orfeo no confía; empieza a cuestionar y a analizar la situación, y esto es lo que lo pone en dificultades. Es muy frecuente que, bajo la influencia de los tránsitos de Neptuno, sintamos una especie de ansiedad, una fuerte inclinación a seguir cierto camino: empezamos a ir en esa dirección, pero después algo nos detiene e interrumpimos el proceso. Quizá́ queremos estar absolutamente seguros de hacia dónde nos llevará finalmente la dirección que escogimos, pero Neptuno no ofrece esta clase de garantías; lo que nos pide es que nos entreguemos sin saber qué recibiremos a cambio.

Orfeo vuelve a estar solo. Su táctica de negociación le ha fallado y ya no puede seguir negando la muerte de Eurídice. Tras haber agotado lodos los recursos con que contaba para afrontar su muerte, no le queda otra que aceptarla inevitabilidad de lo sucedido. Ahora no tiene otra opción que hacer lo que hasta ese momento no se ha permitido: el duelo por su esposa. Se ha empeñado tanto en luchar contra la situación que todavía no se ha entregado del todo a su tristeza y su dolor.

Para hacerlo se instala en las proximidades de una orgia dionisia, que precisamente está llegando al momento culminante. Aquí volvemos a encontrarnos con los dos extremos de Neptuno: el arrobamiento y el éxtasis de los celebrantes comparado con el profundo dolor de Orfeo. Los participantes, al ver a Orfeo allí́ sentado, tan deprimido, le imploran que se una a los festejos. Con frecuencia hacemos lo mismo cuando nuestros amigos están deprimidos, instándolos a que salgan del estado en que se encuentran, invitándolos a que vengan a tal o cual fiesta, a que conozcan gente nueva y cosas así́. “-Te hará́ bien –les decimos-. Te ayudará a salir de ti mismo". Verlos tan desdichados hace que nos sintamos incómodos, en parte porque nos recuerda el dolor que sentimos por las cosas que hemos perdido en la vida. Pero Orfeo se niega a unirse a la fiesta; él quieré seguir donde está, no sólo física sino también psicológicamente. Los celebrantes se encolerizan: ellos están tratando de pasarlo bien, y seguramente no quieren escuchar lamentaciones, ni que les recuerden todos los sufrimientos del mundo, de manera que deciden matarlo. Uno tras otro van arrojándole sus lanzas, pero las canciones y los lamentos que entona Orfeo son tan conmovedores que las jabalinas se detienen antes de haber llegado a herirlo. Finalmente los del grupo se dan cuenta de que si vociferan tan alto como les sea posible, las jabalinas no podrán oír la música y no quedarán detenidas en el camino. Cuando así́ lo hacen, las armas aciertan en el blanco y Orfeo muere.

“¡Pobre Orfeo, qué destino tan trágico!” es lo primero que pensamos. Pero lo que en este caso parece un destino terrible es en realidad todo lo contrario. Su muerte significa que se ¡reunirá́ en el otro mundo con su perdida Eurídice. Podrán vagabundear tomados de la mano por las praderas del Hades, y mirarse a los ojos todo lo que quieran. La muerte sacrificial de Orfeo, que al principio parece una tragedia más en su vida, termina por ser una bendición enmascarada. El éxtasis se convierte en dolor, pero el dolor se convierte en éxtasis. Bajo la influencia de Neptuno, estos recíprocos ocultamientos confunden la seguridad de nuestros juicios.

La muerte de Orfeo se puede tomar literalmente, pero también entenderla como símbolo de un cambio de personalidad importante Su lucha por recuperar a Eurídice no lo lleva a ninguna parte, pero en cambio laa resignación y la aceptación de la pérdida, aun no siendo lo que él quería, producen una transformación que le permite hallar la paz y lá reconciliación. En el proceso, Orfeo aprendió́ una de los lecciones que nos enseñan los tránsitos de Neptuno: a veces, la solución de un problema sólo se puede hallar si renunciamos a encontrarle respuesta. De la misma manera, hay veces en que el yo agota sus recursos y nuestra manera habitual de afrontar los problemas no nos funciona. Pero sólo entonces se crea una situación tal que nos permite descubrir maneras nuevas de resolver nuestras dificultades ó de reconciliamos con ellas.., maneras que jamás se nos habrían ocurrido si no nos hubieran fallado nuestras tácticas habituales. He aquí́ lo que decía Jung de esos momentos que se nos dan en la vida:

“El inconsciente intenta siempre producir una situación imposible para obligar al individuo a que saque lo mejor de sí́. De otra manera uno no ejercita sus mejores posibilidades, no está completo, no se realiza. Lo que necesita es una situación imposible en la cual uno tenga que renunciar a su voluntad y a su propio ingenio, y no hacer nada más que confiar en el poder impersonal del crecimiento y de la evolución."

Solo cuando al ego ya no le queda poder -cuando nos falla nuestra manera normal de mejorar las cosas- puede aparecer algo más que nos redima. Bajo la influencia de un tránsito de Neptuno, es probable que tengamos que permanecer algún tiempo atascados en una situación desagradable hasta que aparezca una solución o una respuesta. Las antiguas tretas no nos funcionan, y lo único que nos queda es esperar.

“A la espera están la fe, el amor y la esperanza... Entonces, la oscuridad será la luz y la quietud la danza.”

Bibliografía: “Los Dioses del cambio. El dolor, las crisis y los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón” de Howard Sasportas 

viernes, 6 de septiembre de 2013

Los tránsitos de Urano

Hoy voy a recoger en mi blog un fragmento del libro de Howard Sasportas “Los Dioses del cambio. El dolor, las crisis y los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón”

Urano es un planeta del sistema solar que fue descubierto en el siglo XVIII, en una época evolución y transformaciones sociales, por ello está asociado a la renovación y lo imprevisto. Urano simboliza la intuición, la inspiración repentina, la comprensión instantánea y la apertura por todo lo nuevo, desconocido e inusual. Su acción es súbita, inesperada y a menudo violenta. Urano es un destructor de tradiciones.

Los tránsitos de Urano

Prometeo era uno de los Titanes, cuyo nombre significa presciencia, la capacidad de ver un acontecimiento antes de que suceda. Cuando Zeus estaba trabado en lucha con los Titanes, Prometeo previó que él sería el triunfador y decidió́ ponerse de parte de Zeus en contra de los de su propia raza. Al comienzo, él y Zeus fueron firmes aliados y se hicieron varios favores recíprocamente. Prometeo asistió́ al nacimiento de Atenea, que nació́ de la cabeza de Zeus. Y la diosa le ofreció́ a cambio enseñanza de astronomía, matemáticas, arquitectura y otras ciencias importantes, como resultado de lo cual Prometeo llegó a ser muy sabio.

Pero se preparaban tiempos difíciles. Con el correr de los días. Prometeo se fue inquietando cada vez más ante la injusticia que percibía en torno suyo: ¿Por qué́ los dioses habían de detentar el monopolio del conocimiento y de todas las cosas buenas de la vida? En un esfuerzo por mejorar la condición del común de los mortales, Prometeo transmitió́ sus conocimientos a la raza humana. Zeus, encolerizado por el intento de establecer una mayor igualdad entre los dioses y los humanos, castigó estas transgresiones negando al ser humano el don del fuego, ante lo cual Prometeo - un rebelde con causa - robó el fuego de los dioses que ardía en el Olimpo y se Io ofreció a la humanidad. Zeus se vengó haciéndolo encadenar a una roca en el monte Cáucaso, donde un buitre venia todos los días a devorarle el hígado.

Prometeo representa el impulso uraniano de progresar y avanzar que hay en todos nosotros. La necesidad de cambiar nuestra situación presente para mejorarla. Prometeo simboliza aquella parte de nosotros que quiere elevarse por encima de nuestros orígenes animales y de nuestra naturaleza puramente instintiva, para convertirse en algo más de lo que ya somos. En este mito, Zeus simboliza aquella parte de Ia psique que se resiste al cambio y que nos exige pagar un precio por crecer y evolucionar. Zeus no quiere que se divulguen sus secretos y privilegios, y castiga a Prometeo por su intento de hacerlo.

Esta dinárnica vale también para los tránsitos de Urano. Durante un tránsito de Urano, es probable que se produzca un cambio importante en nuestra conciencia, una revelación que cambia Ia visión que tenemos de nosotros mismos o de la vida. Sin embargo, los resultados inmediatos de semejante revelación no siempre son placenteros: por ejemplo, si el lector se ha considerado siempre una persona bondadosa y atenta, podría ser que de pronto cayera en la cuenta de que, por debajo de su disposición positiva, siente en realidad envidia y resentimiento con respecto a amigos íntimos que le dan la impresión de ser más felices o de haber tenido más éxito que él. Darse cuenta de que uno no es la bella persona que creía ser puede constituir un duro golpe, una especie de castigo por la profundización de conciencia lograda.

También puede ser que repentinamente uno se dé cuenta de cómo una imagen que tenía de sí mismo, hasta entonces inconsciente, ha sido un obstáculo que no Ie permitía disfrutar de la vida. Entonces comprende que durante muchos años ha andado por el mundo con la creencia inconsciente de ser inferior a otros, y ahora tiene que enfrentarse con la inútil negación de sí mismo y con las oportunidades desperdiciadas, con los años perdidos que de ello resultan, o con las muchas veces que su escasa autoestima interfirió o puso en peligro su evolución. Es innegable que tomar conciencia de una imagen negativa de nosotros misrnos es bueno, ya que esta percepción es lo que en última instancia nos permite cambiar las pautas destructivas. Pero, ¿qué hay del hecho de que si hubiéramos llegado antes a percibirlo así́, toda nuestra vida podría haber sido mucho más feliz y podíamos haber alcanzado más éxitos? Incluso el más jubiloso ascenso a un nuevo nivel de conciencia puede ir acompañado de remordimientos, vergüenza, culpa o incomodidad por la forma en que hemos sido hasta entonces. Por el cambio se paga un precio.

E independientemente de que los demás nos ataquen o no por los cambios uranianos que introducimos en nuestra vida, siempre tenemos que afrontar nuestra propia culpa interior y vérnoslas con aquella parte de nosotros que espera que la castiguen por haber roto las pautas establecidas...

Bibliografía: “Los Dioses del cambio.  El dolor, las crisis y los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón” de Howard Sasportas